El género musical del Folk, originario del siglo XX, encuentra sus raíces en las tradiciones musicales de diversas culturas. Este estilo destaca por su carácter acústico, empleando instrumentos como guitarras, banjos y violines. Sus letras a menudo abordan temas sociales, políticos y personales. El Folk ha ejercido una profunda influencia en una multitud de géneros musicales y ha sido interpretado por algunos de los músicos más influyentes del mundo, incluyendo figuras como Bob Dylan, Joan Baez, Woody Guthrie y Pete Seeger.
Abel Federico Pintos, conocido en el ámbito musical simplemente como Abel Pintos, es un cantante y compositor, que nació el 11 de mayo de 1984, en la Provincia de Buenos Aires, Argentina. Es conocido como una de las voces más representativas del folclore argentino, aunque también, se mueve entre los sonidos del género pop latino. Se ha hecho merecedor de varios premios y reconocimientos, que galardonan su trabajo musical, consolidándose como uno de los artistas más influyentes de su género a nivel internacional. Niñez, Juventud y Vida Familiar Abel Pintos siempre fue un niño flaco, de cabello rapado y risueño, que se crió en la ciudad de Bahía Blanca, en Argentina, junto a sus padres Raúl Pintos, Susana Marini y sus hermanos Ariel y Andrés Pintos, a quienes considera como parte fundamental de su vida. En esa misma ciudad, formalizó sus estudios de primaria y secundaria, hasta que despertó en el un creciente interés por la música. También, de pequeño, soñó con ser...
Que difícil andar por un camino incierto,
que difícil es vivir sin tener un motivo.
Para tí no hay rencor, para tí no hay olvido...
De mi Dios, de mi fe, ya no me queda nada.
De los sueños de ayer no quedan ni palabras,
todo, todo se marchó tras de tu sombra helada.
¿Dónde estas, dónde vas dejándome en silencio?
Ven aquí y sálvame de este dolor desierto,
que me hiere como el sol cuando desangra al cielo.
Una flor y una cruz arden en tu destino,
un puñal tras la luz de este amor tan herido.
Late en mí tu bendición y tu recuerdo vivo.
Solo aquí, sin llegar donde no estás conmigo,
busco en el mismo lugar, nada es igual.
Y sigo abrazándome al sabor de todo lo que fuimos.
Estación "Soledad" sin adiós ni pañuelo.
Se perdió en la inmensidad mi razón y mi tiempo,
lejos de tu claridad, cerca de mi desvelo.
Lo que fue ya no es más,
y este dolor humano, cuando puedo imaginar,
se apagará en tus manos,
en el beso sin final donde nos esperamos.
Una flor y una cruz arden en tu destino,
un puñal tras la luz de este amor tan herido.
Late en mí tu bendición y tu recuerdo vivo.