La música brasileña es conocida por su diversidad y energía contagiosa, y las brasileñas no son una excepción. Este género musical abarca una amplia gama de estilos, desde el samba y la bossa nova hasta el forró, el frevo, el axé y muchos más. Cada uno de estos ritmos tiene sus propias características únicas, pero todos comparten la pasión y el espíritu vibrante de la cultura brasileña. La música brasileña es una invitación al movimiento y la celebración, perfecta para animar cualquier evento o reunión social.
Maria Amélia Salazar Muge, o sencillamente Amélia Muge, es una cantante y compositora portuguesa. Nació en Lourenço Marques (después Maputo), Mozambique, el 7 de febrero de 1952. En ese año, todavía ese país africano era colonia de Portugal. Una vida entera entregada a la música y a la difusión de los valores culturales de Portugal. Compositora y cantante, su timbre vocal parece estar hecho para el fado y la música popular portuguesa. Artista de fina sensibilidad e incomparable voz, Amélia Muge ha sabido conquistar su espacio. Ha ganado popularidad con varios de sus discos. Entre ellos, "Múgica", "Todos Os Días", "Taco A Taco" y "Novas Vos Trago". También con los álbumes "Uma Autora, 202 Canções" y "Pariplus Deambulações Luso-gregas". Niñez, Juventud y Vida Familiar Amélia Muge nació en Lourenço Marques, antigua capital de Mozambique. Como su familia tenía ciertos recursos económicos, pudo asistir a clases de piano y de baile. Además, formó parte de algunos ...
Serei, serei a sereia
A do pescoço doirado
Que no fio da sua voz
Te arrastava para o largo?
Serei, serei a donzela
Que em teu desejo aparecia
Sempre que à noite acordavas
Contra uma cama vazia?
Ai, ai, marujo, mareante
Porque te foste encerrar
Num barco à prova de encanto
Num barco à prova de mar?
Já das rotas me apagaste
E já o teu olhar não vê
Minha garganta nas rendas
Que me vestia a maré
Quem me tivera avisado
Que o amor de um marinheiro
É como os vícios do mar
É como o mar traiçoeiro
Que me deixavas trocada
Por mulheres que a terra dá
Mulheres de pernas cobertas
Por balões de tafetá
Ai tem, cautela, marinheiro
Que o mar é coisa ruim
E o amor de uma sereia
Não vai acabar-se assim
Que hás-de vir de novo à rede
De um amor que engana e mata
Que, à vista deste, outro amor
É cinza à vista da prata
Ai quem me dera que em vez
De filha do mar, me achasse
Rapariguinha solteira
Que nesse mar se afogasse
Ai quem me dera que em vez
De cantadeira do mar
Fosse eu mulher de viela
Para ainda me ouvires cantar.