Las baladas de oro son un género musical romántico que se caracteriza por sus melodías suaves y sus letras emotivas. Esta expresión musical alcanzó su cima de popularidad entre las décadas de 1960 y 1990.
Las baladas de oro suelen ser interpretadas por solistas o grupos musicales y destacan por sus arreglos musicales sencillos, donde dominan instrumentos como la guitarra acústica, el piano y la percusión suave. Las letras de estas canciones versan sobre temas de amor, desamor, nostalgia y melancolía.
Entre los artistas más notables de este género se encuentran Roberto Carlos, Julio Iglesias, José Luis Perales, Camilo Sesto, entre otros. Las baladas de oro han sido versionadas y reinterpretadas en diversos idiomas y estilos musicales, lo que atestigua su influencia y perdurabilidad en el ámbito de la música romántica a nivel global.
El cantante y compositor argentino conocido como Piero ha nacido en Italia. Se han trasladado a la Argentina cuando sólo contana con tres años de edad que se instalan en Banfield. Junto a su familia han pasado tres años duros en la provincia de Buenos Aires, hasta que deciden mudarse al sur del país, especificamente al Valle de Río Negro. Allí Piero cursa la escuela primaria y también se inicia en la música, al principio el músico cantaba en italiano canciones melódicas de cantantes conocidos internacionalmente y baladas tradicionales. Hasta que en unos de sus ideales de adolescente consigue el permiso de sus padres para irse con un compañero hasta Viedma con intencion de cursar allí la secundaria, la cual con insistencia consigue. A fines de 1963, a la edad de 18 años Piero abandona la carrera seminarista, y se vuelve a instalar en la provincia de Buenos Aires, en donde consigue grabar algunas cintas y las presenta a un productor televisivo. Esto inmediatamente lo lleva ...
Me declaro culpable de beber los rios
De mirar el cielo cuando estoy conmigo
De querer la vida, loca y mansamente
Haciendo el amor como flor silvestre
Me declaro culpable por los años vividos
Por no querer más guerras, ni más muertos vivos
Y hablar en libertad, libre de miedos
Para cuidar el niño que llevo adentro
Y que la pena por mí no tenga pena
Por cada explicación que me castiguen
Porque el pueblo en mi patria fue inocencia
Algún exilio y otras consecuencias
Me declaro culpable de elegir este oficio
De ser cantor sin voz y sin estilo
De ser un relator de lo que pasa
Despabilando el sueño por las casas
Me declaro culpable de ser inocente
De todas las torturas, de todas las muertes
De tocar con los dedos las seis cuerdas tensas
De ser un invitado de la tibieza
Y que la pena por mí no tenga pena